
Los del exilio dorado, fugados de la gusticia, intentan constantemente aumentar la presión sobre el Estado español. Sus últimos pasos en esta semana, han sido: El domingo pasado la consejera Clara Ponsatí publicó que había abandonado Bélgica para reincorporarse a la Universidad de Saint Andrews, en el Reino Unido; el martes Puigdemont ampliaba los frentes y anunciaba un nuevo viaje: Suiza, donde se reuniría también con Anna Gabriel.
Ya el sábado, el Willy Fog catalanista se desplazó a Ginebra, donde participará en los debates preparados ad Hoc, sobre la regresión de los derechos humanos en España. Puchy tiene programados al menos dos actos, uno este mismo domingo y otro el miércoles, donde hablará sobre el caso catalán y el derecho a la autodeterminación. Llevará de clá a los familiares de los presos y a otros políticos de la cuerda, para no encontrarse sólos.
Meritxell Serret también le acompañará en este periplo, ya que intentan trasladar el caso catalán a Suiza.
Aunque en el fondo lo que buscan es que España fuerce una detención, porque los días pasan y a cada momento Puigdemont cae más en el olvido, y hay que seguir forzando la máquina, porque si no se habla de él, deja de existir.
De esta manera, los indepes quieren demostrar que navegan libres ya por cuatro países: Bélgica, Suiza y el Reino Unido, además de Dinamarc.
Además de los movimientos que han hecho algunos consellers y que no han sido tan públicos y notorios, como los dos viajes de Lluís Puig a los Países Bajos y a Luxemburgo.
Es evidente que estos movimientos no agradan a España, ni a la fiscalía, ni al Supremo, ni al gobierno pepero, por una parte apetecería detenerlos, pero por otra, no quieren hacer el ridículo ante una negativa Europea, y seguir el juego a los andarríos.
Es de suponer que el Estado español, y la fiscalía han de mover alguna ficha, aunque de momento todo son especulaciones. Recientemente y ante la visita a la ONU de Puigdemont, la Fiscalía comentaba la posibilidad de pedir a la Interpol que estudie si se les puede detener o no.
El gobierno suizo ya dejó claro cuando llegó Anna Gabriel que no extraditaban por motivaciones políticas, y este viernes lo volvió a hacer en el caso de Puigdemont.
El juez Pablo Llarena presumiblemente reactivará la euroorden de detención contra Puigdemont y el resto de exiliados cuando se dicte el auto de procesamiento, donde se darán a conocer los delitos del que finalmente son acusados.
Veremos en que queda todo esto, pero los nervios empiezan a fluir en ambos lados. Y se empieza a esperar el fallo del oponente para tener el balón en el punto de penalty.