
No les ha temblado el pulso. Ni han aflorado dudas ecológicas. La operación se ha venido repitiendo a diario desde que el pasado viernes los trabajadores del Ayuntamiento, encargados del vaciado del lago de la Casa de Campo, iniciaran su cometido.
«Les damos una descarga y los peces se quedan tontos», reconoce uno de los técnicos, mientras vigila que nadie ajeno a la obra acceda al perímetro delimitado.
Tras el «latigazo», varios operarios encaramados a la embarcación sacan con salabres algunos de los 14.000 ejemplares «censados» bajo el agua del estanque, a fin de sacrificarlos.
Ahora Madrid, el gobierno que dirige Manuela Carmena, aniquila así a los 14.000 peces del lago de la Casa de Campo. ¿Dónde están los animalistas?