Nunca hubiéramos esperado una actitud heroica de Miguel Iceta, ante nada; no da el perfil. Parece demasiado blandito, demasiado suave, demasiado cobarde, no hablamos en este momento de preferencias sexuales… allá cada cual, se puede ser homosexual y tener brío, pero este no, de este sólo esperamos un desmelene en algún after, mientras baila «Paquito el chocolatero». Pero de ahí a estar todo el día con la matraquita de los políticos presos, es inaguantable. Primero habló de Indultos, y le cayeron bofetadas por los dos lados, unos porque consideraban que la rebelión no debe ser indultada, otros porque consideraban un insulto lo del indulto porque implicaba condenas, lo cual era apresurado. Ahora sólo habla de libertades tras terminar la instrucción de la causa, mientras esperan la vista oral.